Materia y aroma: el día que el diseño se pudo degustar
En el corazón de nuestro showroom, San Lorenzo Design y OssKaffe demostraron que el buen diseño, como el mejor café, es una experiencia que despierta todos los sentidos.
¿A qué huele el diseño? ¿Qué sabor tiene la inspiración? En el marco del Mes del Diseño, nos propusimos responder a estas preguntas de la forma más directa posible: abriendo las puertas de nuestro showroom para celebrar el Día Internacional del Café con un evento que fusionó dos mundos aparentemente distintos, pero unidos por una misma pasión: la creación de experiencias memorables.
De la mano de Fernando Iglesias Molli, arquitecto y alma máter de OssKaffe, transformamos nuestro espacio en un laboratorio sensorial. El aroma del café de especialidad se mezcló con la sobria elegancia de nuestras superficies, invitando a arquitectos, diseñadores y amigos a hacer una pausa, a reconectar con la esencia de su oficio y a descubrir el diseño desde una perspectiva completamente nueva.
El arquitecto del café: una visión compartida
La colaboración con Fernando Iglesias Molli no fue casual. Como arquitecto, Fernando entiende el lenguaje de las formas, las texturas y la importancia del detalle. Como fundador de OssKaffe, aplica esa misma precisión y sensibilidad para construir experiencias en una taza.
Su participación fue mucho más que una cata; fue una clase magistral sobre el paralelismo entre ambos oficios. Nos enseñó a «leer» un grano de café como se lee un plano: analizando su origen (el material en bruto), su proceso de tueste (la transformación y el diseño) y su método de extracción (la ejecución final). Una metáfora perfecta que resonó en cada uno de los presentes, recordándonos que detrás de cada gran proyecto, ya sea un edificio o un espresso perfecto, hay una historia de intención, técnica y arte.
El lienzo perfecto: la revolución del formato 120×120
Mientras los sentidos se agudizaban con los perfiles frutales, cítricos y achocolatados de los distintos granos de especialidad, el escenario de esta experiencia era nuestro protagonista silencioso: el porcelanato de gran formato 120×120. Este no es solo un producto; es una declaración de principios.
En un mundo que busca la pureza visual y la amplitud, el 120×120 se erige como el lienzo ideal para el diseño contemporáneo. Durante el evento, los asistentes pudieron experimentar, de la mano de Sabrina Molinari, Gerente de Marketing de San Lorenzo Design, cómo estas placas transforman la percepción del espacio:
- Continuidad sin interrupciones: Al minimizar drásticamente la cantidad de juntas, se crean superficies que fluyen, generando un efecto visual monolítico y expansivo. Las fronteras se desvanecen, y el espacio respira.
- Elegancia silenciosa: La amplitud de cada pieza otorga una sofisticación y una serenidad únicas. Es un lujo que no grita, sino que se siente en la armonía del conjunto.
- Amplitud y luminosidad: Los grandes formatos reflejan la luz de manera más uniforme, potenciando la luminosidad y haciendo que cualquier ambiente se sienta más grande y abierto.
El 120×120 no es una tendencia, es la evolución del espacio. Es la superficie que le da al diseñador la libertad de crear sin límites, el mismo tipo de libertad que un barista experto busca para expresar el potencial de un grano excepcional.
Un showroom que inspira y conecta
Este encuentro reafirmó nuestra visión del showroom de San Lorenzo Design: no es solo un lugar para exhibir productos, sino un punto de encuentro para la comunidad creativa. Un espacio vivo donde las ideas pueden nacer, las alianzas pueden forjarse y la cultura del diseño puede celebrarse en todas sus formas.
La sinergia creada junto a OssKaffe y la presencia de tantos profesionales apasionados demostraron que tender puentes entre disciplinas enriquece nuestra perspectiva y alimenta nuestra creatividad. Fue la prueba de que cuando la arquitectura, el interiorismo y la gastronomía dialogan, el resultado es siempre inspirador.
El evento del Día del Café fue más que una celebración; fue la materialización de nuestra filosofía. Demostró que el diseño de vanguardia no solo se ve, sino que se vive, se siente y, en esta ocasión, hasta tuvo un aroma inolvidable.
Nos quedamos con el eco de las conversaciones, el sabor del buen café y la certeza de que los mejores espacios son aquellos que, con materiales nobles y una visión clara, logran despertar nuestros sentidos. Porque el buen diseño, al final, siempre se siente como volver a casa.
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